Podés pararte en cualquier lugar de la tierra y mirar al cielo, a las 19, 30 horas una tarde fría de abril y ver una multitud de estrellas por aflorar, sólo te queda imaginar que allí estaran, de un lado o de otro o en todos lados, pequeñas luces de intensidades y colores del blanco a todos los colores.
Yo recuerdo que en una tardecita de abril, de los primeros días de abril a la hora acostumbrada me acosté sobre el césped, y pude verlas florecer una a una, era un mapa interminable de flores de todos los colores, Mamá dice que no es bueno mirar tanto el cielo que te llena la cabecita de pajaritos y que no estás en la tierra, pero a mi mucho no me importa, porque cuando llega papá nos vamos corriendo al fondo de casa y nos tumbamos sobre el pasto verde ennegrecido a darnos baños de noche, Chimba viene siempre y ella lo disfruta tanto como nosotros, una noche le llevamos un ramo de flores estelares a mamá para que las ponga en un florero pero ella no quiso, ella dice que mirar mucho el cielo te llena la cabecita de pajaritos y que si pone las flores estelares en su mesa, en su casa, seguro le llenará la casa de colibríes. No nos quedó otra que liberar las estrellas rojas, amarillas y púrpura, cómo me gustan las estrellas púrpura, creo que son mis favoritas.
Algunas noches podemos darle nombre a constelaciones enteras de Crisantemos y Pensamientos y ni que hablar de las Violetas, Papá es jardinero así que podemos quedarnos horas hablando de las flores del cielo que según él son iguales a las que crecen en la tierra, nada más que algunas son más inalcanzables que otras.
Pero como dice mamá, mirar mucho al cielo te llena la cabeza de pajaritos.